jueves, 29 de junio de 2017

“SALVADOR TENÍA EL DON DE QUE LO AMARA TODO EL MUNDO”



Entrevista a Miriam Pascual Salcedo hermana del mártir santiaguero.

                           Foto: Jorge Luis Guibert García
Quien me diría 27 años atrás, cuando recibía clases en la escuelita primaria rural, Salvador Pascual Salcedo, en el poblado de Bahía Larga  municipio de Guamá, que tendría la oportunidad de conversar con Miriam Pascual Salcedo y a través de sus palabras y gestos emotivos, conocer de su hermano mucho más que una escueta síntesis biográfica.
Si cuando niño lo vi distante, perfecto e inalcanzable, después de este ejercicio para la memoria y la emoción de Miriam, siento que en aquella escuelita muchos nos parecíamos al  niño Salvador, un ‘placitero’ como dice su hermana, pues “…éramos parte de un grupito de jóvenes y adolescentes que vivíamos alrededor de la placita de Santo Tomás y le gustaba el baile, era inquieto y juguetón, el más alegre de los cuatro hermanos”
No por gusto muchas escuelas hoy llevan el nombre de Salvador Pascual Salcedo, y es porque así de joven debe quedar el recuerdo entre los cubanos de quien nunca envejeció, porque dio su vida a la patria con solo 23 años, aquel glorioso 30 de junio de 1957 junto a Josué País García y Floro Vistel Somodevilla, durante el intento de boicot a un acto politiquero de la tiranía.
“Cuando era un adolescente -narra  su hermana Miriam- le gustaba el baile, en ocasiones familias sin lazos filiales  ni de amistad con la nuestra lo buscaban para que bailara en fiestas de quince, por la elegancia y la gracia con que lo hacía, algo que sucedió bastante en el Roof Garden del  hotel Casa Granda.”
Sin embargo esa cualidad de Salvador, no lo alejó del amor a la patria, de percibir los desmanes de la tiranía y del compromiso de su generación, pues con 18 años se sumó a las protestas estudiantiles por el cruento golpe de estado del 10 de marzo de 1952 encabezado por el dictador Fulgencio Batista.     
“Dentro de la casa nosotros expresábamos el desprecio por la tiranía, éramos una familia que vivíamos del salario y nos vinculábamos entorno a La Placita con jóvenes y adolescentes de igual sentimiento por la patria”
Incluso Miriam  me contó que su hermano Salvador había ganado un concurso de baile realizado en el teatro Oriente: “…el concurso era de baile de Mambo y lo organizó ‘Ron Bacardí’  nada más y nada menos que con la orquesta de Pérez Prado y Benny Moré como cantante, allí lo hizo tan bien, que ganó la condición de Rey del mambo y fue invitado a México por Pérez Prado, aunque no fue autorizado por la familia, dado que era aún un adolescente (…) también una vez tuvo la responsabilidad de escoger a las muchachas que bailarían en la carrosa del paseo ‘La Placita”.
Así transcurría la vida de este santiaguero, tan cercano a lo que son hoy nuestros jóvenes  y adolescentes, entre bailes, música, chistes, alegría y entusiasmo, pero comprometido con el país y sus ideales. “…en eso llegó el Moncada, él estaba ingresado en ‘La Colonia’ y en cuanto salió y escuchó los comentarios que se hacían, quiso ser parte de aquello tan grande que se gestaba y se vinculó con los otros jóvenes que eran, además, sus amigos.
“Él pertenecía a la célula de Pepito Tey y tuvo una vida activa en el proceso clandestino en la ciudad, aunque no participó directamente en las acciones del levantamiento armado del 30 de Noviembre de 1956, porque se encontraba recopilando fondos para el movimiento el entonces central Río Cauto.” 
Después de que Salvador regresó del central Río Cauto con los fondos y conoció los acontecimientos, el joven combatiente clandestino tenía la habilidad de decir en que sitio había caído cada uno de los compañeros de lucha que murieron en el ataque a la estación de policía, porque memorizó el plan y las posiciones que les correspondían a ellos, igualmente lamentó no estar allí por decisión de la dirección del movimiento que prefirió darle la tarea de recaudar fondos por el carisma de su personalidad.
Luego llegó el momento del paso a  la inmortalidad, que es la parte de su historia más conocida, sin embargo, durante toda su vida Salvador Pascual Salcedo, fue un niño, adolescente y joven que mantuvo su alegría, su gusto por el baile y la música imbricados con su compromiso por la patria, quizás en ejemplos como los de él se inspiró el Che cuando dijo “…la juventud debe ser alegre pero profunda.”
También por esas características de su hermano nuestra interlocutora la octogenaria Miriam Pascual Salcedo, quien aún no consigue ocultar sus lágrimas, enfatizó mientras evocaba los recuerdos que “Salvador tenía el don de que lo amara todo el mundo.” 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Opiniones, críticas y aclaraciones, todo lo que sea en favor de la calidad de Santiago en el mundo