jueves, 25 de mayo de 2017
martes, 23 de mayo de 2017
POR UN MANEJO ADECUADO DE LOS RESIDUOS AGROPECUARIOS
Aún
en estos tiempos de evolución constante de
la ciencia y la técnica en el sector agropecuario, las alternativas
agroecológicas de uso y manejo de la tierra y de los residuales de las
actividades de producción de alimentos, mantienen su valor y se insertan cada
vez más ajustada a las nuevas tecnologías, en la práctica productiva.
La
posibilidad que brinda un adecuado manejo de los residuales agropecuarios, para
fertilizar la tierra y cosechar alimentos llamados ecológicos; ralentizar la
erosión y degradación de los suelos, e incluso para su uso en la obtención de
energía limpia, confieren gran
importancia a la actualización de los conocimientos de productores y técnicos
que trabajan la tierra.
Precisamente
por estos días el Centro de Investigaciones de Energía Solar (CIES) convoca a un curso sobre el Tratamiento de Residuales Agropecuarios, que
tendrá lugar en la sede de esa prestigiosa institución santiaguera, ubicada en
el Micro-3 del centro urbano Abel Santamaría en las afueras de la ciudad de
Santiago de Cuba, los días del 19 al
22 de junio.
En
esta actividad de capacitación que académicamente otorgará dos créditos de
posgrado, lo más importante lo constituye que el Investigador agregado Juan
Bermúdez Torres introducirá
a los profesionales y técnicos en el estudio del agua como elemento integrador
de la actividad agropecuaria y el tratamiento ecológico de residuos
agroforestales y pecuarios.
Sin
dudas es una oportunidad que brinda la comunidad científica santiaguera, para
que los profesionales y técnicos del sector agrícola adquieran y generalicen en
la base, los conocimientos que permitirán producir alimentos de forma limpia y sostenible. Una exigencia de estos
tiempos.
jueves, 18 de mayo de 2017
MI BANDERA, EN LA FRENTE Y AL LADO DEL CORAZÓN
No pocos son los debates que
se originan hoy respecto al uso de la enseña nacional, un concierto de
criterios, opiniones e incluso prácticas que trascienden los espacios y momentos establecidos como tradicionales,
lícitos y decorosos, aquellos que nos enseñaron en la escuela primaria, cuando
lo menos formal que se hacía con la bandera, era correr victorioso por una pista de atletismo o un terreno
de béisbol; nos enseñaron que no debía inclinarse, ante nada ni nadie, que era
una falta grave mancillarla y deshonrarla.
Mas hoy el uso y por tanto
la apreciación de su valor como símbolo de la nación, están sufriendo cambios
notables. Más allá de intensiones premeditadas o no, quizás estamos siendo
presas de la imitación, cuando queremos equiparar el uso que se le da al
símbolo por aquellos que convierten su bandera en un instrumento, o incluso se
pudiera decir, en un arma llevada al campo de la batalla cultural que se
libra por estos tiempos.
Y es justo ahí donde me
quiero detener y expresar mi punto de vista al respecto. El hecho de que las
potencias capitalistas que intentan llenar cada espacio cultural no
conquistado, usen la bandera u otro símbolo para penetrar mentes, pueblos
enteros y desconstruir creencias, valores y paradigmas, no justificará nunca
que nos sumemos a usar nuestro bello blasón tricolor en ropa interior, licras u
otro tipo de indumentaria con semejante fin.
Sin embargo en el constante
bombardeo de símbolos extranjeros, desde los que se usan como prendas, los que
se escuchan e incluso, y más peligrosos aún, los que se observan en materiales
audiovisuales a diario consumidos por grandes y chicos, algo hay que hacer para no dejar espacios vacíos, como escuché
decir a una colega.
Y sí, nuestra bandera, esa
que tanto amamos los patriotas y que nos ha sido fiel desde que el matancero
Miguel Tourbe Tolón la diseñó, puede hacer frente a la andanada de símbolos
foráneos que intentan desdeñarla, la cuestión es cómo lo hacemos manteniendo su
pureza y decoro, es justo ahí donde estoy plenamente de acuerdo con el ilustre
Eusebio Leal cuando expresara “No estoy de acuerdo con que la bandera cubana
sea un delantal”.
Claro está, nuestro símbolo
patrio no puede ser lo que llevemos por delante para que recoja la suciedad como un delantal, pero si
podemos llevarla al combate cultural contemporáneo, en una gorra o un sombrero
al estilo mambí, o en un pullover a la altura del corazón, quizás también en
una prenda que descanse en nuestro pecho, allí cerca de donde surge la voz con
que cantamos el himno o entonamos una canción hermosa que nos identifica.
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