Estimados amigos y amigas: Primero que todo, gracias a todos por leer, compartir y opinar en mí muro. Incluso les agradezco a aquellos que, con respeto, expresan opiniones en contra de lo que yo hago. Si queremos promover entre los jóvenes y adultos, entre cubanos y no cubanos, una cultura de amor, tolerancia y respeto, debemos estar preparados para oír, leer y considerar lo que nos gusta y lo que no.
Sin embargo, hay algo que me preocupa y que quisiera comentar con ustedes. Entre las personas que no ven con buenos ojos la obra que mis alumnos y yo hacemos, hay un tema recurrente; algunos de estos hermanos cubanos me dicen a mí y a mis estudiantes que me vaya a Cuba y nos quedemos allí. Hubo incluso una señora hoy expresó de que debíamos retornar a Cuba, “pero sin pasaje de regreso”.
Como algunas de las cosas que expresan estos hermanos, no me quedan claras pregunto: ¿quién es el que tiene que irse a Cuba ¿el alumno? ¿el maestro? ¿los dos? Si la señora (y aquellos que proponen la “expulsión”) se refieren al alumno, llamo la atención acerca de lo irónico que resulta que aquellos que son emigrantes en los Estados Unidos (y a quienes los Estados Unidos un día les abrió las puertas) aboguen ahora porque un norteamericano, nacido aquí, se vaya a Cuba a vivir (todo porque porque a estos emigrados no les gusta que el niño norteamericano vaya a brindar amor a Cuba y aprender de su cultura).
Entonces, lo que me parece irónico, repito, es que esos cubanos emigrados le digan al niño norteamericano "múdate a La Habana". Me imagino que, si la madre norteamericana de este estudiante oyera esto, les diría "los que se tienen que ir de regreso a Cuba son ustedes, que a pesar de que les abrimos los brazos en este país, parece que no han aprendido que cosa es respetar opiniones diversas y ser norteamericano".
Por otro lado, el comentario pudiera referirse a que el que se debe de ir a vivir a Cuba es el profesor. Es decir, molestos porque el maestro llevó a sus alumnos a conocer de la cultura cubana y a tender puentes de amistad con el pueblo cubano (algo totalmente legal y codificado por la legislación vigente como contactos pueblo a pueblo) estas personas se arroguen el derecho de decirle al maestro "múdate a La Habana". Es decir, algo así como decirme “no me gusta lo que haces ni lo que dices y por eso debes de irte de regreso”.
Queridos hermanos: Permítanme recordarle que mi derecho a expresar mi opinión y mi derecho a luchar por un mundo mejor, y mis derechos como ciudadano norteamericano (entre ellos, el de vivir aquí) no solo me los gané yo en una ceremonia de ciudadanía con un diploma y una banderita norteamericana. Ese derecho me lo gané entre balas, fuego y metralla, en la guerra de Iraq. Ese derecho me lo gane en la batalla de Fallujah, salvando la vida de jóvenes norteamericanos, defendiendo la bandera de mi país adoptivo; entre sangre, sudor y lágrimas.
El derecho a estar aquí y de abogar por un mundo mejor me lo gané hace muchos años, recogiendo jóvenes soldados muertos en el campo de batalla, y tratando de salvar a otros, entre tanta bomba y tanta destrucción. Entonces, creo que me sobra el derecho a luchar por el amor sin que nadie deba de sugerir que la solución para silenciarme sea que me vaya para Cuba definitivamente.
Acertada respuesta.
ResponderEliminarEl hombre toma partido, decide, es consecuente con su universo de vivencias convicciones y así actúa.
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