Fiel y disciplinado lector de las reflexiones de Fidel
Tyler MacNivenLlegó a Cuba el día 8 de junio, la misma fecha en que nuestro diario reproducía las Reflexiones del compañero Fidel Respuesta ridícula a una derrota (publicadas el domingo 7 de junio en el diario Juventud Rebelde), en la que el líder de la Revolución cubana desenmascara otra de las sucias maniobras del imperio, con argumentos irrebatibles sobre una ridícula historieta de espionaje cubano, justo, como dice Fidel, cuando "se estaban produciendo contactos entre los gobiernos de Estados Unidos y Cuba sobre asuntos importantes de interés común." O ¿curiosamente? "24 horas después de la derrota sufrida por la diplomacia de Estados Unidos en la Asamblea General de la OEA".
A Tyler no lo tomó por sorpresa la nueva Reflexión, sigue cada una de ellas, se declara un fiel y disciplinado lector. "día a día busco en la Internet si hay alguna nueva". Lo que sí lo impactó fue la relación de uno de sus párrafos con el objetivo de su regreso a Cuba. Y es que "he vuelto siete años después para cumplir con mi sueño, abrazar a Fidel, pues sé que ese abrazo me permitirá abrazar al mismísimo corazón de Cuba, quiero hacer mi aporte a la amistad entre nuestros dos pueblos", nos cuenta visiblemente emocionado.
En la Respuesta ridícula a una derrota, Fidel expresa: "Las personas acusadas son Walter Kendall Myers y su esposa Gwendolyn Steingraber Myers. Se añade que el primero trabajó como especialista de asuntos europeos; que en 1995, hace 14 años, viajaron a Cuba, fecha en que fueron recibidos por mí. Me he reunido durante ese tiempo con miles de norteamericanos por diversos motivos, individualmente o en grupos, en ocasiones con colectivos de varios cientos de ellos, como los estudiantes que viajaban a Cuba en el crucero Proyecto Semestre en el Mar, por lo que apenas podría recordar detalles de una reunión con dos personas. Me doy cuenta ahora por qué George W. Bush prohibió a los estudiantes del crucero seguir visitando Cuba; durante muchas horas conversaban conmigo, a pesar de que pertenecían a familias de clase media alta".
"Yo fui uno de los integrantes de ese proyecto en el 2002, nos reunimos con Fidel en el Palacio de las Convenciones por más de cuatro horas. Cuando terminó su discurso, levanté mi mano y me dieron la palabra, pude conversar con él. Quería expresarle, y lo hice, mi gratitud al pueblo cubano, a él. Aquella vez comimos unos bocadillos en la Universidad de La Habana y algunos nos enfermamos del estómago. Recuerdo que me senté en un sitio de La Habana para descansar y al poco rato estaba desplomado en el suelo. Me rodearon un grupo de cubanos y amablemente me dieron ánimo, pero al ver que seguía mal, me subieron a un auto privado, con un hombre desconocido y paré en el hospital más cercano.
"Fui atendido por tres doctores altamente especializados y poco después estaba recuperado. Lo que le agradecí no fue tanto la profesionalidad de los médicos o la gratuidad de la atención, sino que creo que me curé por las muestras de cariño de este pueblo, que ha conquistado por siempre mi corazón. Yo, norteamericano, fui tratado como uno de ustedes, como un cubano, fue impresionante".
Cuenta que sintió algo de pena o vergüenza, o tal vez solo timidez, y no le pidió al Comandante en Jefe en esa ocasión, el abrazo que tanto ansía. Pero nos dice que "ya al final de la velada en el Palacio de las Convenciones, un gran amigo mío, Dominic, expresó: ‘Señor Presidente, ya que nos podemos preguntar cualquier cosa, quisiera hacerle una petición: ¿puedo abrazarlo?’."
La pregunta de su amigo le recorrió todo el cuerpo, y... "entonces Fidel le contestó a Dominic, ‘sin cobrarte un centavo, ven, yo te espero’." Mientras mi compañero corría hacia el escenario me iba hundiendo en mi asiento y, cuando Fidel y él se fundieron en un abrazo, bajo el aplauso de todos nosotros, comprendí que había perdido una gran oportunidad. Pero me sentí también muy feliz por la humanidad de ese hombre, abrazando a Dominic nos abrazaba a todos y a mi país también".
Sentados junto a Tyler, mi colega Alberto Núñez y yo no dejábamos de admirar aquella narración. Nos pidió que le ayudáramos a lograr su sueño, le contestamos que lo que podíamos hacer era contar su historia. Nos regaló el video que reproduce aquel encuentro con el Comandante en Jefe, y reciprocamos el gesto entregándole las 236 Reflexiones de Fidel. Sus ojos brillaron al saber que contaba con cada uno de esos textos.
Fue entonces cuando nos dijo que en los ya casi seis días que lleva en nuestro país, siente que además de su sueño de abrazar a Fidel está viviendo otro muy singular, "el calor humano, y también el de este temprano verano, la sonrisa de cada hombre, mujer o niño, la franqueza de este pueblo, su música, su gente. Es realmente algo maravilloso llegar desde Estados Unidos y saberse bienvenido, y más que eso, querido. Lamento que mi español no sea lo suficientemente amplio para poder beber más de esta realidad que estoy viendo aquí. Recuerdo que Fidel me dijo aquella vez en el Palacio de las Convenciones, en tono jocoso, que había que hacerle una crítica a los doctores que me atendieron por no hablar inglés; yo también me critico por no saber más español, pero aprenderé mucho más".
Y en la despedida, después de saber que recorrerá nuestro país, de Occidente a Oriente, hasta el 8 de julio próximo, Tyler nos expresó: "quiero decirles las mismas palabras con las que terminé mi diálogo con Fidel aquel día del 2002 en el Palacio de las Convenciones. Dije entonces ‘Gracias Fidel’ y hoy digo ‘Gracias Fidel, gracias Cuba’."
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