jueves, 19 de junio de 2008

UNA SOPA QUE INDIGESTA LA TIERRA

Nunca antes el planeta vivió un momento tan difícil, ni siquiera comparable con las dos conflagraciones mundiales que tantas vidas humanas absorbieron. Hoy confluyen varios factores que desembocan en una profunda crisis global, muestra del estigma que acompaña al capitalismo como sistema político económico.

El efecto de la globalización de la guerra, liderada por un imperio con tecnología para golpear de forma “preventiva” en cualquier “oscuro rincón del mundo” a decir de Bush y la crisis de los hidrocarburos que cada día merman más en sus reservas, están estrechamente ligadas, no es casualidad que la mayoría de los objetivos militares norteamericano sean países y áreas productoras de petróleo.

El encarecimiento de los alimentos con su efecto nefasto en los más pobres, que día a día participan de menos recursos financieros para adquirirlos, claramente se vincula con la absurda alternativa de obtener combustibles de los alimentos.

Nuestro planeta nunca supo administrar los recursos con que cuenta para que todos vivamos de forma equitativa, encima de eso ahora priva a culturas enteras de sus sustentos tradicionales; de todas las opciones esta fue la peor.

La crisis, al principio inmobiliaria y luego financiera que atraviesa EE.UU., además de demostrar la incapacidad del imperio para auto sostenerse en la coyuntura actual, hoy arrastra al resto de los centros financieros del mundo.
Como consecuencia integral del galopante e insostenible ritmo de nuestra especie, la letal contaminación ambiental que pone en peligro la existencia misma de la cultura humana, se debate en importancia con el dinero en el caso de los ricos, y con la instintiva necesidad de sobrevivir en el caso de los pobres del mundo. Todos estos ingredientes conforman la gran sopa que envenena el planeta.

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