martes, 23 de mayo de 2017

POR UN MANEJO ADECUADO DE LOS RESIDUOS AGROPECUARIOS



Aún en estos tiempos de evolución constante de  la ciencia y la técnica en el sector agropecuario, las alternativas agroecológicas de uso y manejo de la tierra y de los residuales de las actividades de producción de alimentos, mantienen su valor y se insertan cada vez más ajustada a las nuevas tecnologías, en la práctica productiva.
La posibilidad que brinda un adecuado manejo de los residuales agropecuarios, para fertilizar la tierra y cosechar alimentos llamados ecológicos; ralentizar la erosión y degradación de los suelos, e incluso para su uso en la obtención de energía   limpia, confieren gran importancia a la actualización de los conocimientos de productores y técnicos que trabajan la tierra.
Precisamente por estos días el Centro de Investigaciones de Energía  Solar (CIES) convoca a un curso sobre el  Tratamiento de Residuales Agropecuarios, que tendrá lugar en la sede de esa prestigiosa institución santiaguera, ubicada en el Micro-3 del centro urbano Abel Santamaría en las afueras de la ciudad de Santiago de Cuba, los días  del 19 al 22  de junio.
En esta actividad de capacitación que académicamente otorgará dos créditos de posgrado, lo más importante lo constituye que el Investigador agregado Juan Bermúdez Torres introducirá a los profesionales y técnicos en el estudio del agua como elemento integrador de la actividad agropecuaria y el tratamiento ecológico de residuos agroforestales y pecuarios.
Sin dudas es una oportunidad que brinda la comunidad científica santiaguera, para que los profesionales y técnicos del sector agrícola adquieran y generalicen en la base, los conocimientos que permitirán producir alimentos de forma  limpia y sostenible. Una exigencia de estos tiempos.



jueves, 18 de mayo de 2017

MI BANDERA, EN LA FRENTE Y AL LADO DEL CORAZÓN



No pocos son los debates que se originan hoy respecto al uso de la enseña nacional, un concierto de criterios, opiniones e incluso prácticas que trascienden los espacios  y momentos establecidos como tradicionales, lícitos y decorosos, aquellos que nos enseñaron en la escuela primaria, cuando lo menos formal que se hacía con la bandera, era correr  victorioso por una pista de atletismo o un terreno de béisbol; nos enseñaron que no debía inclinarse, ante nada ni nadie, que era una falta grave mancillarla y deshonrarla.
Mas hoy el uso y por tanto la apreciación de su valor como símbolo de la nación, están sufriendo cambios notables. Más allá de intensiones premeditadas o no, quizás estamos siendo presas de la imitación, cuando queremos equiparar el uso que se le da al símbolo por aquellos que convierten su bandera en un instrumento, o incluso se pudiera decir, en un arma llevada al campo de la batalla cultural que se libra  por estos tiempos.
Y es justo ahí donde me quiero detener y expresar mi punto de vista al respecto. El hecho de que las potencias capitalistas que intentan llenar cada espacio cultural no conquistado, usen la bandera u otro símbolo para penetrar mentes, pueblos enteros y desconstruir creencias, valores y paradigmas, no justificará nunca que nos sumemos a usar nuestro bello blasón tricolor en ropa interior, licras u otro tipo de indumentaria con semejante fin.
Sin embargo en el constante bombardeo de símbolos extranjeros, desde los que se usan como prendas, los que se escuchan e incluso, y más peligrosos aún, los que se observan en materiales audiovisuales a diario consumidos por grandes y chicos, algo hay que hacer  para no dejar espacios vacíos, como escuché decir a una colega.
Y sí, nuestra bandera, esa que tanto amamos los patriotas y que nos ha sido fiel desde que el matancero Miguel Tourbe Tolón la diseñó, puede hacer frente a la andanada de símbolos foráneos que intentan desdeñarla, la cuestión es cómo lo hacemos manteniendo su pureza y decoro, es justo ahí donde estoy plenamente de acuerdo con el ilustre Eusebio Leal cuando expresara “No estoy de acuerdo con que la bandera cubana sea un delantal”.
Claro está, nuestro símbolo patrio no puede ser lo que llevemos por delante para que  recoja la suciedad como un delantal, pero si podemos llevarla al combate cultural contemporáneo, en una gorra o un sombrero al estilo mambí, o en un pullover a la altura del corazón, quizás también en una prenda que descanse en nuestro pecho, allí cerca de donde surge la voz con que cantamos el himno o entonamos una canción hermosa que nos identifica.