La escuela primaria Avelino Vallina Fernández, tiene una matrícula de 155 niños, un salón de computación y medios para la educación audiovisual en todas sus aulas, además de un personal joven y capacitado para brindar un servicio educativo de calidad, lo significativo es que está ubicada en la serranía de la provincia de Santiago de Cuba y a 32 Km de la ciudad más cercana en el municipio de San Luis.
Resulta que lo intrincado de su ubicación no limita el alcance del sistema educacional cubano, fruto de 50 años de Revolución, aún cuando es afectado por el bloqueo económico y la crisis general que hoy vive el mundo.Junto a otras 13 escuelas primarias y una mixta que agrupa a estudiantes de enseñanza secundaria y preuniversitaria completan la estructura educacional de la comunidad montañosa.
Una formación integral de los niños y jóvenes de las montañas, es posible porque además del sistema educacional,otras instituciones sociales de la comunidad tributan a la preparación de los montañeses, se trata del museo Compañía A Otto Parellada, madre de la columna 17 delII Frente Oriental Frank País García, fundado por Raúl Castro Ruz, esta institución interactúa con la comunidad y posee en su edificio una sala de televisión y una biblioteca a donde acuden los estudiantes de primaria y enseñanza media.
También cuentan con una Casa de Extensión Cultural, donde los niños pueden interactuar con la cultura local y universal, animada por Instructores de Arteoriundos de la localidad, expresión de que ya la semilla de la educación revolucionaria está dando frutos, que permiten la sostenibilidad del desarrollo socio cultural y educativo para los cubanos aún distantes de las ciudades.
Queda así corroborado el reconocimiento dado a cuba por el representante de la UNICEF en el área, quien expresó que nuestro país es el paraíso de la niñez.Nada puede hacer sentir a los cubanos más orgullosos que se consecuentes con elpensamiento del apóstol de la Revolución cubana José Martí cuando expresó “Los niños son la esperanza del mundo” .
Los servicios de salud fomentados gracias a la voluntad del gobierno cubano alcanzan las cimas de las montañas santiaguera, como pudo constatar este equipo reporteril en la comunidad“La Caoba” perteneciente al municipio de San Luis ubicado al norte de la ciudad de Santiago de Cuba.
Allí se encuentra el Policlínico Rural con Camas José Mercerón, que brinda servicios de cuerpo de guardia de urgencia, Estomatología, Ultrasonido, Rayos X,Electrocardiografíay Laboratorio Clínico, además de otras actividades como la rehabilitación.Esta instalación evita que los habitantes del lugar tengan que trasladarse a más de 30 km hasta la cabecera del municipio de San Luis.
El sistema de atención primaria de salud y asistencial, incluye una casa materna con 8 camas, que garantiza la atención personalizada a las embarazadas de “La Caoba”, territorio que en lo que va de año no reporta muertes maternas ni infantiles.
El área de 62, 5 Km2 y4 mil 138 habitantes, cuenta además con 7 Consultorios del Médico de la Familia, una residencia médica y una farmacia, de forma tal que los servicios médicos se encuentran complementados y reducen la necesidad de traslados de los pacientes a otros territorios, comodidades que ponen al pueblo de las montañas de San Luis en condiciones de calidad de vidaque marcan profunda diferencia con localidades similares incluso en países desarrollados.
En la indómita tierra de Santiago germina en abundancia la semilla de los buenos deportistas, razón por la que hoy caminan por sus calles decenas de campeones mundiales, olímpicos, panamericanos y de Cuba, sirva esta ojeada por el amplio palmarés deportivo santiaguero para revelar algunos ejemplos:
Antonio Pacheco: estelar segunda base que participó en 22 Series nacionales con un average de 334. Dos medallas de oro en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92 y Atlanta 96; medallas de oro en los Juegos Centroamericanos de 1986/ 1990/ 1993/ 1998.
Medallas de oro en los Juegos Panamericanos de Caracas, Indianápolis, Ciudad de La Habana y Mar del Plata 1983/ 87/ 91/ 95; obtiene medallas de oro en los Campeonatos Mundiales de Cuba, Holanda, Italia, Canadá, Nicaragua, Tai Pei.
Así como medallas de oro en múltiples eventos internacionales realizados en Amberes, Canadá, Cuba, Puerto Rico, Italia, Barcelona.
En la presente etapa de su carrera deportiva dirige el equipo Santiago de Cuba, en el militó como atleta durante 22 series y que a decir de algunos críticos es el más estable en los últimos 10 años de béisbol revolucionario.
Hasta este momento ha logrado como manager tres Campeonatos, un segundo y un 5to lugar, fue director del equipo Cuba a los Juegos Olímpicos de Beijín donde logró el 2do lugar, es Antonio Pacheco uno de los mayores orgullos del deporte Cubano de todos los tiempos.
Diadenis Luna Castellanos, yudoca de excelentes resultados en eventos internacionales: 1995 Campeona Panamericana en Mar del Plata; 1999 Medalla de Oro en los Juegos Panamericanos en Winnipeg, Canadá; 1996 Medalla de Bronce en los Juegos Olímpicos en Atlanta.
Dos medallas de Oro, una de Plata y una de Broncerespectivamente, entre los campeonatos mundiales deJapón1995, Rusia 1998, Francia 1997 e Inglaterra 1999. En el año1995 logra medallas de Plata y Bronce en los Juegos Mundiales Universitarios en Japón y plata por equipos en un evento similar en España 1999. Hoy es entrenadora en la Escuela Superior de Perfeccionamiento Atlético de Santiago de Cuba ESPA.
Braudilio Vinent Serrano, estelar picher conocido por los cubanos como “El Meteoro de La Maya”, en alusión al territorio donde nació.
Participó en 20 Series nacionales donde ganó 221 Juegos conequipos orientales; ente 1970 y1982 Participa en los Juegos Centroamericanos enPanamá, Santo. Domingo, Medellín.Ciudad de la Habana obteniendo 3 medalla de Oro y 1 de Plata.
Desde 1971 hasta 1983 Integró los equipo a los Juegos panamericanos de Cali Colombia, Ciudad México, San Juan Puerto Rico y Caracas Venezuela y obtiene medalla de Oro en Todos.
También participó en 5 campeonatos Mundiales, celebrados en Nicaragua, Colombia, Italia, Japón y Cuba. En todos se obtuvo Medallas de Oro. Vinent es actualmente miembro de la comisión provincial de Béisbol en Santiago de Cuba y es reconocido por la IBAAF como el mejor pitcher amateur del mundo.
Gerardo y Cardenal. Imagen tomada por el fotógrafo de la prisión, el 30 de julio de 2009.
Había una vez un pajarito que se hizo amigo de un preso. Ambos estaban encarcelados en Estados Unidos, ambos compartían injusta prisión por defender a Cuba de acciones terroristas…
La historia comienza así. El 4 de junio de 2009, el mismo día de su cumpleaños, Gerardo Hernández tuvo noticias de aquella criatura. Se enteró por un preso de apellido Lira, que trabaja en la fábrica que está dentro de la prisión. Lira y un guardia limpiaban los techos con una potente manguera y sin querer o sin saber, destruyeron un nido que protegía a tres pichones. Dos de ellos murieron tras el golpe, pero uno quedó vivo. Eran tan pequeños que ni plumas tenían. Posiblemente estaban recién salidos del cascarón.
El guardia se conmovió y sintiéndose responsable, le permitió a Lira que se lo llevara escondido al interior de la prisión e intentara salvarlo. El preso llegó con el pajarito en la palma de su mano y sin saber qué hacer con él, comenzó a preguntar a otros presos. Alguien sugirió: “Preguntémosle a Cuba [como llaman a Gerardo los otros presos], que a él le gustan los animales y seguro sabe de eso”. Así fue que llamaron a Gerardo y él vino a la celda donde tenían al animalito.
La primera reacción de Gerardo fue silbar, imitando lo que él suponía hiciera la madre del pichón. Movió los dedos de las manos, como si fueran pequeñas alas. Milagrosamente, el pajarito abrió su pico. Gerardo comenzó a darle migas de pan y luego, introdujo sus dedos en el agua y dejó correr las gotas cayeran suavemente en el pico del pajarito.
Gerardo no quiso llevárselo a su celda, pero todos los días pasaba para alimentarlo. El problema era que al principio el pequeño no quería comer con nadie, salvo con Gerardo. Un día se le ocurrió ofrecerle al pajarito unas hilachas de pescado y después el bribón ignoraba las migas del pan. Comenzaron a crecer sus plumas y Gerardo le enseñó entonces a comer solo. Le ponía los trocitos de alimento en la palma de su mano y el pajarito venía con toda confianza.
Sin embargo, los presos estaban preocupados. En caso de inspección, el pequeño sería un problema. Como ya estaba más grande, lo sacaron la patio para que volara libre. El pajarito volaba un poco y regresaba al hombro de Gerardo. Cada vez que intentaba volar con otros pájaros, lo rechazaban a picotazos. Poco a poco ganó confianza. Gerardo entraba solo al pabellón donde vive, pero cuando salía otra vez al patio, el pajarito se asomaba también para verlo.
En una ocasión estaban muchos presos en el patio. Alguien le dijo a Gerardo que por ahí andaba el pajarito posado en los alambres de púas. Gerardo silbó y frente a todos los presos, el pequeño apareció de la nada y se posó en su hombro. Increíble. Todos hablaban de esta historia.
Al pajarito lo llamaban Cardenal, porque Gerardo le pintó las plumas de la cola con un marcador rojo, para distinguirlo de los demás. La pintura lo afectó un poco. El pajarito perdió las plumas de la cola, pero por breve tiempo. Después las recuperó, con su color natural. Sin embargo, el nombre se quedó: Cardenal.
En una ocasión otro preso encontró al pajarito en el patio con el pico abierto. Hacía mucho calor, tenía sed. Lo tomó y se lo dio a Gerardo. Él lo ocultó dentro de su gorra para entrarlo sin que lo vieran. Por supuesto, se dieron cuenta de que algo extraño tenía en la cabeza. “¿Qué tienes debajo de la gorra?”, y él dijo: “Nada”. Cardenal también respondió piando como loco. “No me digas que lo estás entrenando para llevarle mensajes a Fidel”, reaccionó uno de los guardias riéndose.
La historia no terminó todavía. Gerardo se lo llevó a su celda y le preparó un lugar para que se quedara allí. Jugaba con él, se le posaba en el hombro, en la cabeza. Cuando Gerardo estaba escribiendo, venía a entretenerlo y el cubano le daba una palmadita cariñosa, para que lo dejara tranquilo. Entonces Cardenal se escurría por la espalda hasta donde la mano amiga no podía alcanzarlo. A veces se acurrucaba en el cuello de la camisa del preso y allí se dormía. O picoteaba la oreja del amigo y cuando Gerardo sacudía la cabeza, Cardenal se mudaba a la otra oreja.
En una ocasión en que Gerardo había soltado a Cardenal, este voló hasta el comedor y aterrizó en el plato de un preso grande y fuerte que estaba comiendo un pedazo de pollo. El preso agarró al pajarito en sus manos para apretarlo y alguien le gritó: “No lo mates. Es de Cuba”. El grito lo tomó desprevenido. El hombre soltó a Cardenal y preguntó asombrado: “¿Y quién coño es Cuba?”
Gerardo en realidad estaba muy preocupado. A cierto guardia no le hacía ninguna gracia el pajarito. Durante una inspección, el guardia había obligado al preso a soltar a Cardenal y cerrar la puerta después. El pajarito regresó luego estropeado. Gerardo lo dejó unos días más en su celda para que se recuperara. Y en eso hubo un lockdown (incomunicación aplicada a todos los prisioneros) y siempre que hay lockdown hay registros.
Cuando Gerardo escuchó que estaban registrando por espacio que queda entre el piso y la puerta, lo empujó hacia afuera. Cardenal salió volando, dentro del pabellón donde está la celda de Gerardo. Al llegar el guardia, vio la caja donde vivía Cardenal. Gerardo le dijo que ahí vivía su amigo, por voluntad propia: “El problema es que yo lo saco para afuera, pero el pajarito vuelve; yo no tengo la culpa”. “Mira si te voy a creer que el pajarito va a volver”, le contestó el guardia, que hace el ademán de irse como diciendo: “estás loco”. Gerardo silbó dentro de su celda y el guardia se quedó frío viendo como regresaba el animalito. Sin equivocarse, Cardenal identificó el lugar de su amigo en la enorme galería de celdas del primer y segundo piso, todas exactamente iguales.
Cardenal llegó a la celda de Gerardo. Miró por la rendija, pero no pudo entrar (esto sucede durante lockdown). Allí se quedó quieto hasta que el mismo Gerardo, conmovido, abrió la ventanilla por donde meten la comida y Cardenó entró. Unos días después hubo otro registro. Cuando los guardias llegaron a la celda de Gerardo éste les dijo que tenía un pajarito, para que no se fueran a asustar si les volaba encima. Le dijeron que tenía que soltarlo, pero como ninguno de ellos lo podía agarrar, llevaron a Gerardo hasta la puerta del pabellón para que el mismo lo soltara. Como estaban en lockdown, Gerardo y el pajarito salieron por el pasillo escoltados por los guardias. Todos los presos los vieron a través de la rendija de sus celdas, y comenzaron a gritar: “Se llevan a Cuba y al pajarito al hueco” y comenzaron a golpear las puertas en protesta. El guardia gritó: “¡Cálmense! No lo llevo al hueco; solo vamos a dejar libre al pájaro.”
Esa fue la última vez que Gerardo vio a Cardenal. El lockdonw duró un mes sin que el pabellón se abriera. El cubano no pudo salir y Cardenal no pudo entrar. El pajarito había estado dentro de aquella dura prisión de alta seguridad desde el cumpleaños de Gerardo, el 4 de junio hasta el 16 de julio, un día después del aniversario de bodas Gerardo y Adriana.
Y colorín colorado este cuento (que no es cuento) se ha acabado.
(Alicia escribió esta historia de memoria dos horas después de escuchársela a Gerardo en una visita que ella le hiciera a la cárcel de máxima seguridad de Victorville, California. Él después revisó y corrigió el texto, que Alicia quiere entregar a la Casa Editora Abril para que sea publicado para los niños. Gerardo cumple una condena de dos cadenas perpetuas más 15 años, por cargos que no fueron probados durante un jucio sumamente prejuiciado en Miami.)
Gerardo Hernández Nordelo nació en Ciudad de La Habana el 4 de junio de 1965, el tercer hijo del matrimonio de Gerardo Hernández Martí y Carmen Nordelo Tejera, ambos fallecidos.
Se graduó en 1989 en el Instituto Superior de Relaciones Internacionales (ISRI) “Raúl Roa García”. Un año antes, en 1988, contrajo matrimonio con su actual esposa, Adriana Pérez O’Connor. Es caricaturista y artista gráfico, trabajos que realizó en Cuba y Estados Unidos.
A mediados de los años noventa, cumplió misiones en Estados Unidos dirigidas a prevenir a Cuba de acciones terroristas, planificadas y ejecutadas por organizaciones contrarrevolucionarias radicadas en Miami.
El 12 de septiembre de 1998 fue arrestado junto a cuatro compañeros, que sufrieron como él un juicio plagado de irregularidades y prejuicios en Miami. Lo condenaron, sin evidencias, a dos cadenas perpetuas más 15 años que cumple en la prisión de alta seguridad de Victorville, California.