Yuzdanis
Vicet Gómez
De
fecundo para todos los cubanos y especial para los santiagueros, me atrevo a
calificar al mes de diciembre, son 31 jornadas antecedidas por el 30 de
Noviembre cuando toda la ciudad se vistió de rebeldía para sacudir los
cimientos del régimen.
A
solo dos días de iniciado el último mes del año desembarcó la esperanza en Los
Cayuelos con Fidel al frente y como un puzzle
aritmético, 60 años y dos días después retorna sobre sus pasos, ese
santiaguero por derecho de esta tierra, para ser sembrado cual grano de maíz
que ya germina en suelo agradecido.
Por
razones como esas y otras muchas que faltan por citar, ligar diciembre, Fidel y Santiago es mucho más que
la convergencia de un hombre y una ciudad en un mes determinado, es la fusión
inequívoca de ideales, de acción, de sueños hechos realidad; es la unidad
dialéctica e inevitable de pensamientos y hechos protagonizados por dos grandes
del pasado, el presente y para el futuro de Cuba, Fidel y Martí.
Y
significa más, es también el compromiso de un pueblo que no falló ni fallará
para que siga siendo aquí donde siempre espere la victoria a todo aquel que
luche por la justicia para su gente, a quien llame a cualquier puerta abierta, a
quien vuelva por los rastros de las piedras arrojadas al tirano.
Pero
diciembre es más, es el mes que vio vivir sus últimos días y morir en combate
al Titán de Bronce, ese vástago santiaguero que como fiel hijo de Mariana, refrendó
el juramento de que quien intente
apoderarse de Cuba, recogerá el polvo de su suelo anegado en sangre, y él no
vaciló en regar la propia.
Por
estos días rompieron sus cadenas las principales ciudades de aquí y de todo el
archipiélago, avanzaron Camilo y el Che hacia el centro y occidente, mientras Almeida
y Raúl unían sus tropas con las de Fidel en la Operación Santiago; fueron los
días de la entrada triunfal al rendido cuartel Moncada, donde años atrás la Patria
recibió la sangre de muchos de sus valerosos hijos dispuestos a ser libres o
mártires.
Fue
en diciembre cuando los mambises sí entraron a Santiago, esta vez disfrazados
de guerrilleros con barba y uniforme verde olivo pero con el mismo corazón,
luego de librar la misma lucha, como evolucionados en el tiempo para hacer
justicia.
Fue
también en diciembre cuando se proclamó a Cuba Territorio Libre de
Analfabetismo, una obra cultural sin igual en el mundo, un reto vencido por
todos y para todos los cubanos, una
puntada más para unir al pueblo en torno a su líder y a su proyecto social, un anuncio
de lo mucho que sí se logró, siguiendo el precepto de que los sueños de hoy,
son las realidades de mañana.
Pareciera
que este mes sacude el polvo y lega al año nuevo, la luz, la alegría, la
victoria; por eso el 31 de diciembre en la Fiesta de la Bandera esperaremos el
ondear que preludia prosperidad, seguros de que amén de la brisa, enero
cosechará el Triunfo. El último día del año todos los santiagueros harán
planes y proyectos, soñarán porque es
posible soñar en esta tierra, porque el halo mítico que se respira, es certero presagio de júbilo
y victoria.